Maria Barragan
testimonio de

CLARA

¿Cómo os prometisteis?

Fue en 2023 y llevábamos más de 6 años juntos, éramos papás de una niña de menos de un año, pero no por ello dejó de ser un día absolutamente especial. Toni lo preparó todo y, semanas antes, me regaló por mi primer día de la madre un “vale” por un fin de semana de enamorados. Ya sabemos lo absorbente que es la p/maternidad, por lo que este tipo de escapadas son muy necesarias. Había reservado habitación en un precioso hotel en la costa granadina, en primera línea de playa. Porque él sabe que dos de mis debilidades son el mar y los atardeceres. Y fue en ese momento, a la caída del sol y en la intimidad de nuestro balconcito mirando al mar, donde me pidió ser su compañera para el resto de nuestra vida.

¿Por qué María Barragán?

Tengo un estilo bastante definido, sobrio y atemporal. No me gustan las “modas”, conservo ropa desde hace prácticamente 10 años que, siendo eso un tercio de mi vida, son prácticamente reliquias. Me encanta reciclar ropa de mi madre cuando era joven, de esos diseños por los que no pasan los años pero tienen un toque especial.
Cuando comencé la búsqueda de un vestido de novia, tenía claro lo que no quería, pero ni remota idea del que finalmente sería mi vestido. Así que empecé pidiendo cita en las marcas más comerciales de vestidos de novia y me probé incontables trajes, no llegando a sentirme yo misma con ninguno de ellos. Me sentía “disfrazada” de novia; llevaba lo que se supone que una novia debía llevar, pero no me encontraba a mí misma entre tanta tela blanca. Así que comencé una ardua búsqueda de atelier, principalmente para coger ideas e inspirarme, pero cuando descubrí el trabajo de María Barragán, esa sencillez y elegancia sin excesos, que resalta no solo la silueta, sino la personalidad de cada novia, sabía que sería ella la que haría mi vestido. Así me dejé en sus manos y, partiendo de un modelo de la colección, ideamos el que ha sido el vestido más bonito que jamás me habría imaginado.

¿Cómo fue el proceso del vestido?

Sobre todo, fácil. Fui con la mente abierta, pero teniendo muy presente los límites de lo que no quería. Y así, empezamos a trabajar. María me invitó a “arriesgar” y poner las flores del sobrevestido. Y menos mal que le hice caso. Las modistas merecen una referencia especial en este punto, por su trabajo impecable, su sabiduría del día a día y sus consejos.

¿Cómo te sentiste el día de tu boda?

Me sentí genuinamente yo. Cómoda, segura y guapísima. El traje era una maravilla, no pesaba nada, ni una arruga, quedaba como un guante. No sé si fue de los nervios, pero no sentí ni el calor que hacía en Granada un 6 se septiembre. El vestido se movía conmigo, cada giro, cada movimiento me acompañaba como si fuera una segunda piel. Y lo que más me gustó de todo, fue la reacción de los invitados: “es tan tú”.
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